NUEVAS EXPERIENCIAS

Siempre es bello el trabajo con los niños y más si se trata de un acompañamiento para descubrir que el amor de Dios se hace presente en Jesucristo y que siempre nos escucha y siempre podemos dialogar con El.
Este curso vamos disfrutando de esta experiencia,  aunque el camino no siempre es fácil y en ocasiones parece que las cosas no salen como espérabamos o omo deseamos. Os pasamos el  testimonio de una de nuestras madres de oratorio, cuya ilusión y deseo de llevar los niños a Dios es diga de alabanza.


¿CUÁL ES TU CENIZA?                                                                     
 Alaquàs 12-03-2012

Solo quedaban 3 horas para empezar el oratorio, y todavía no tenía nada que me convenciese.
-¡Son demasiado pequeños!, pensé. –No sé si captarán el mensaje.
Cierto que la última reunión de preparadores del Oratorio de Niños pequeños me sirvió de gran ayuda.

Esta vez el escenario era otro. Estamos en Cuaresma, tiempo importante de reflexión. 



Un camino de tapetes decoraba el suelo de la Capilla, y al inicio de éste, un cuenco con ceniza, seguido de la Palabra sobre la que reposaba una lámpara, tras ella un texto en el cual se podía leer: “Lo que le hacéis a un niño pobre, me lo hacéis a mí”; a continuación una rama de olivo, y seguido un frasco con agua, así sucesivamente, símbolos que nos recuerdan el camino de la Cuaresma hasta llegar a la Resurrección.
Había releído la hoja que nos entregaron en el oratorio a modo de directorio, aunque es cierto que cada uno de nosotros lo conducimos de manera personal.
Y pensando, pensando, di con algo que creí me iba a servir.
-“Ceniza, quemar, eliminar, polvo, renacer, empezar…..”
Saqué varias hojas con dibujos que representaban acciones que no estaban bien, que hacían sentirnos mal. Otras en las que se representaba aquello que podíamos empezar a hacer bien.
A todas ellas les escribí un texto, y cuando llegué a la clase a por los chicos, di una hoja a cada uno, sin discriminar el contenido.
-¿Para qué son?
-¡Esta no me gusta!
Algunos no saben leer todavía, pero sí sabían lo que representaba el dibujo.
Tras el saludo ante el Sagrario, todos esperaban impacientes la misión de aquel dibujo.
L es enseñé el cuenco con ceniza, la olieron, la tocaron. Primero coloqué en el suelo 2 carteles. En uno de ellos decía:
“¿Cuál es tu ceniza?”, y lo coloqué a la izquierda del camino. En el otro: “Mi camino empieza…”
Por orden fueron colocando a cada lado del camino el dibujo, donde creían que correspondía, y a la vez explicábamos su significado.
Una vez concluido esto, comenzaron de uno en uno a acercarse al cuenco con ceniza, introducían su dedito en ella y tocaban un dibujo con el cual se sentían identificados. Seguidamente hacían una petición de perdón.
Se pusieron un poco nerviosos porque no sabían qué dibujo elegirían para posar la ceniza y hacer su petición de perdón.
Lo cierto es que todos lo hicieron fenomenal.
Después rezamos todos juntos cogidos de la mano, y cantamos a Jesús.
Al finalizar les pregunté:
-¿Habéis entendido el significado de la ceniza?
-¡Síííííííí….!
Realmente, no hacía falta que se lo preguntara.
Noté que sí.

Elena A.

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